Los tiempos del Señor 10

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo Único, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.

Dios no mandó a su Hijo a este mundo para condenar al mundo, sino que por él ha de salvarse el mundo. El que cree en él no se pierde; pero el que no cree ya se ha condenado, por no creerle al Hijo Único de Dios. Jn. 3: 16 al 18.

Como el hombre en su condición tradicional y materialista jamás podría por si mismo regresar a su origen, Dios mismo bajó al nivel del hombre a través de su Hijo Único Jesucristo para que todo aquel que en él creyera, y creyera en lo que él dice, transformara su libre albedrío tradicional que lo ha condenado a creerse autosuficiente, (sin que realmente lo sea, ya que ha vivido creyendo que el poder que supuestamente obtiene a través de la acumulación de conocimientos de sabiduría humana, le dan la autoridad suficiente para acomodar  el conocimiento espiritual de Dios a su muy particular forma de interpretarlo, conocimiento que no va más allá de lo tradicional con respecto a los conceptos de sabiduría humana, mismos, que lo han llevado sin muchas contemplaciones, al razonamiento lógico de las cosas y no al discernimiento espiritual que mana de la fuerza sin límites de la fe de Dios, y no, de la fuerza finita que mana de la fe de hombre) a su nivel espiritual, para que, nosotros como cristianos al creer en Jesús guardando y enseñando a cumplir fielmente su Palabra, podremos contar con la fortaleza y el vigor que fluye abundantemente de la fe de Dios y en su Santísima Trinidad para que todo lo que hagamos, (con amor, noble, honesto y honrado) lo hagamos en su Nombre para que no nos perdamos y seamos salvos. Pero aquel cristiano que no es fiel al mandamiento de su Palabra a través de Jesús, está negándose a la verdad, por lo que ya ha sido condenado por no creerle al Hijo de Dios, escuchemos bien, Jesús no ha condenado a nadie,

el hombre se ha condenado a si mismo a seguir siendo presa en este mundo material y tradicional de sus pasiones, de sus ambiciones egoístas y ególatras, de sus angustias y miedos, de su autosuficiencia humana, y de su miseria espiritual.

Al unirse a través de Jesús el Polo Positivo del mundo espiritual, con el Polo Negativo del mundo materialista en el que el hombre se encuentra desde que fue tentado a imponer su libre albedrío, nació la Estrella de la Mañana, que unió al hombre con Dios a través de Nuestro Señor Jesucristo, y sobre él se posó la Luz deslumbrante del Espíritu Santo, y el Reino de Dios se acercó a nosotros, aunque hasta la fecha, no lo hemos querido reconocer como se debiera.

La luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.  Juan 3: 19

Visión gráfica que sugiere el estado original en que el ser humano se encontraba cuando fue creado por Dios a su imagen y semejanza, en la cual, se observa en la parte de arriba, que Dios formó al hombre del polvo de la tierra en combinación con el agua, y en la parte de abajo, se observa que Dios comparte con el hombre, su Neuma o aliento divino ( aire ) y el Fuego de su Espíritu Santo; es decir, la Esencia, la Substancia, y la Eternidad divina, cobertura que el hombre extravió al ser seducido por la mentira del Tentador. Y, para que el hombre vuelva a ser restaurado en esa santa cobertura, deberá seguir los tiempos del Señor que se manifiestan en el Nuevo Testamento.

Los tiempos del Señor revelados en el Nuevo Testamento, para restaurar al hombre a la vida en comunión verdadera con Dios, al guardar y enseñar a cumplir fielmente la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo como la indiscutible voluntad de Dios.

Pero cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, el cual nació de mujer y fue sometido a la Ley, con el fin de rescatar a los que estaban sometidos a la Ley, para que así llegáramos a ser hijos adoptivos de Dios.

Ustedes ahora son hijos; por esta razón Dios mandó a nuestros corazones el Espíritu de su propio Hijo que clama al Padre: ¡abbá! o sea ¡Papito!”.

Así, pues, ya no eres esclavo, sino hijo, y tuya es la herencia por gracia de Dios.

Gálatas 4: 4 al 7

Cristo nos liberó para que fuéramos realmente libres. Por eso, manténganse firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud.

Gálatas 5: 1

Dios envía a su Hijo Único Jesucristo para compartirnos el año de la gracia del Señor a través de su doctrina, para unificarnos todos los creyentes de Jesús en el conocimiento espiritual de nuestro ser en identidad con Jesucristo Nuestro Señor, y guardar exclusivamente su tiempo, y sus tiempos, según el Nuevo Testamento, para separar, radicalmente, el mundo espiritual del mundo material, para colocar éste, como asiento del mundo espiritual, para que la encomienda que él nos dejó, sea cumplida en los tiempos, en el orden y en el propósito de Dios para los hombres.

Cristo nos liberó para que fuéramos realmente libres.

Por eso, manténganse firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. 

Gálatas. 5: 1

Deberemos de alejar de nuestra mente toda la enseñanza tradicional de este mundo material que hayamos recibido antes, para disponernos a entrar a los tiempos del Señor sin contaminación para que seamos restaurados en el Reino de Dios.

LOS TIEMPOS DEL SEÑOR SEGÚN EL NUEVO TESTAMENTO.

1er. tiempo del Señor: El camino

Tiempo que se cumple cuando aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador personal y suficiente que el Padre envió a la tierra en la condición humana al haber nacido de mujer para someterse a toda la Ley, para qué, a través del total cumplimiento de ella, él nos rescatara y nos librara de esa Ley que inevitablemente nos conduce al pecado, ya que nos enseñará a cumplir con ella por el amor que perdona, y no por imposición que obliga, y que, por nuestra misma naturaleza humana no estamos en condiciones de cumplir.

      Esto se hará realidad, cuando nos decidamos en verdad a quitar el velo que nos esconde de la vista de Dios; velo que hemos formado con todo el conocimiento adquirido a través de los años en todas las áreas de nuestra vida, mismo que nos ha conducido a actuar como normalmente lo hemos venido haciendo, ejerciendo mentalmente nuestro libre albedrío en esa forma tradicional a la que estamos tan acostumbrados.

     Debemos desprender ese velo en nuestra mente para recibir el bautizo en agua por inmersión en el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, y así, empecemos en la forma correcta, para conocer de Dios a través de Nuestro Señor Jesucristo por medio de su Palabra en el Nuevo Testamento, para hacer nuestra, a su debido tiempo, la Alianza Nueva y Eterna de Dios con los hombres.

LOS TIEMPOS DEL SEÑOR SEGÚN EL NUEVO TESTAMENTO.

1er. tiempo del Señor: El camino

Tiempo que se cumple cuando aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador personal y suficiente que el Padre envió a la tierra en la condición humana al haber nacido de mujer para someterse a toda la Ley, para qué, a través del total cumplimiento de ella, él nos rescatara y nos librara de esa Ley que inevitablemente nos conduce al pecado, ya que nos enseñará a cumplir con ella por el amor que perdona, y no por imposición que obliga, y que, por nuestra misma naturaleza humana no estamos en condiciones de cumplir.

Esto se hará realidad, cuando nos decidamos en verdad a quitar el velo que nos esconde de la vista de Dios; velo que hemos formado con todo el conocimiento adquirido a través de los años en todas las áreas de nuestra vida, mismo que nos ha conducido a actuar como normalmente lo hemos venido haciendo, ejerciendo mentalmente nuestro libre albedrío en esa forma tradicional a la que estamos tan acostumbrados.

Debemos desprender ese velo en nuestra mente para recibir el bautizo en agua por inmersión en el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, y así, empecemos en la forma correcta, para conocer de Dios a través de Nuestro Señor Jesucristo por medio de su Palabra en el Nuevo Testamento, para hacer nuestra, a su debido tiempo, la Alianza Nueva y Eterna de Dios con los hombres.

2o. Tiempo del Señor: La Verdad.

Tiempo que se cumple, cuando después de aceptar en nuestros corazones al Espíritu de Jesucristo Nuestro Señor para reanudar la comunicación de nuestro espíritu con el Espíritu Santo de Dios, y quede cautiva y unida en el alma nuestra mente a la Mente del conocimiento, Poder y Sabiduría infinitas de Dios, y sujetar nuestro libre albedrío a su expresa voluntad, y así, guardando y enseñando a cumplir con fidelidad la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo contenida en el Nuevo Testamento, conoceremos la verdad que en ella se encuentra al meditarla profundamente para recibir su discernimiento en su esencia espiritual, que nos irá colocando en el conocimiento de los tiempos, del orden y propósito de Dios para nosotros.

3er. Tiempo del Señor: La Vida.

Yo les enviaré desde el Padre el Espíritu de la verdad que procede del Padre. Este intercesor cuando venga presentará mi defensa.

Juan. 15:26

Tiempo que se cumple, cuando al entrar en el conocimiento de Dios a través de guardar y enseñar a cumplir con fidelidad la Palabra de Jesús, nuestra mente queda realmente cautivada por la Mente de Dios y nuestra voluntad queda rendida a su santísima voluntad para que actuemos de acuerdo a los tiempos, al orden y propósito de Dios y hagamos nuestro el Reino de Dios en abundancia en este mundo y la vida eterna en el mundo venidero, para habitar en las moradas celestiales que Jesucristo ya tiene preparadas para todos aquellos que en verdad hayan sido fieles con su Palabra como la voluntad de Dios, en respuesta a la enseñanza recibida, cuando en el momento de la trasfiguración, Dios, con la presencia de Moisés y Elías, y como testigos de Jesús, Pedro, Juan y Santiago, confirmaba que el tiempo que a ellos correspondía había culminado, para que los tiempos de la gracia del perdón, a través de Jesucristo, se iniciaran, por lo que Dios dijo:

“Este es mi Hijo, el Amado, el Elegido. A él han de escuchar”.

Estos tiempos del perdón se harán presentes en todos aquellos que en Jesucristo crean y guarden y enseñen a cumplir con fidelidad su Palabra como la voluntad de Dios, y hagan suya la Alianza Nueva y Eterna de Dios con los hombres.

Yo les enviaré, desde el Padre, el  Espíritu de la verdad, que procede del Padre. Este intercesor cuando venga, presentará mi defensa. Y ustedes también hablarán en mi favor, pues han estado conmigo desde el principio.

(Juan: 15: 26-27)

El hombre en el orden de Dios, listo para conducirse de acuerdo a su santa Voluntad  al obedecer a su Hijo Único Jesucristo para ser restaurado en el Reino de Dios en abundancia en este mundo, después de haber conocido y seguido fielmente los tiempos del Señor contenidos en el Nuevo Testamento, lo que le ha permitido ser bautizado en el Espíritu Santo para seguir guardando y enseñando a cumplir por siempre con fidelidad la Palabra de Jesucristo Nuestro Señor como la indiscutible voluntad de Dios, y alcanzar, a su tiempo, la vida eterna.

Ese día ya no tendrán que hacerme más preguntas; En verdad les digo: todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo dará. Hasta ahora no han pedido nada invocando mi Nombre; pidan, y recibirán, y su gozo será completo.   

Juan. 16: 23-24.

Cuando el hombre haya cumplido fielmente los tiempos de Dios, se producirá su integración total y completa con Dios a través de su Hijo Único Jesucristo, ya que al identificarse plenamente con él, pasa a pertenecer a su Linaje Santo, ya que hizo suya por siempre su Palabra cuando dice:

“Ustedes serán mis verdaderos discípulos si guardan siempre mi palabra, entonces conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”.

(Juan. 8: 31-32).

En ese día pedirán en mi Nombre y no será necesario que yo los recomiende ante el Padre, pues el Padre los ama, porque ustedes me aman y creen que Yo he salido de Dios. Salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo este mundo y vuelvo al Padre. Juan. 16: 26-28.

Representación gráfica que sugiere la integración total del Ser humano Espiritual con Dios, a través de Jesucristo Nuestro Señor.

Yo les enviaré, desde el Padre, el  Espíritu de la verdad, que procede del Padre. Este intercesor cuando venga, presentará mi defensa. Y ustedes también hablarán en mi favor, pues han estado conmigo desde el principio.

Juan: 15: 26-27

No les había dicho todo esto al principio porque estaba con ustedes, pero ahora voy a juntarme con el que me envió.

Juan. 16: 4-5

En verdad les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Intercesor no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se los mandaré. Cuando él venga, rebatirá las mentiras del mundo, y mostrará cuál ha sido el pecado, quién es el justo, y quién el condenado.

¿Cuál ha sido el pecado? No creyeron en mí. ¿Quién es el justo?, Soy yo, pero ya no me verán porque voy al Padre. ¿Quién es el condenado?, El amo de este mundo que ya ha sido sentenciado.

Tengo muchas cosas más que decirles pero ustedes no pueden entenderlas ahora, y cuando venga él, el espíritu de la verdad, los introducirá a la verdad total.

El no vendrá con un mensaje propio sino que les dirá lo que ha escuchado, y les anunciará las cosas futuras. Me glorificará porque recibirá de lo mío para revelárselo a ustedes. Todo lo que tiene el padre, también es mío. Por eso les he dicho que recibirá de lo mío para anunciárselo.

Juan 16: 7 al 15)  

Debemos de reconocer que este estudio forma parte de la invitación hecha para meditar la Palabra de Dios que Jesús nos participa en el Nuevo Testamento, en la que podremos participar todos, no importando a que denominación o congregación cristiana asistimos o creemos pertenecer, ya que de lo que se trata es de que nos unifiquemos todos como una verdadera Iglesia Universal en el cuerpo de Cristo, en el que no se persigue la desunión en las Iglesias y congregaciones donde se enseña la doctrina cristiana, sino a integrarnos total y completamente, todos los que de alguna manera nos consideramos cristianos para poder entrar al discernimiento espiritual de su Palabra a través de meditar profundamente en ella, para estar en verdadera obediencia a la Voluntad de Dios guardando y enseñando a cumplir fielmente la Palabra de Nuestro Único Señor y Salvador Jesucristo, sin permitir  ser desviados, ni desviar a nadie, ni a la derecha ni a la izquierda para no menospreciar su Palabra bajo ningún concepto.

Recordemos la siguiente Palabra de Jesús cuando les dice a los maestros de la Ley, refiriéndose a lo que el Señor puso en boca del profeta Isaías: 

¡Qué bien salvan las apariencias! Con justa razón hablaba de ustedes el profeta Isaías cuando escribía: Este pueblo me honra con la boca, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me rinden no sirve de nada, y sus enseñanzas no son más que mandatos de hombres.” 

Marcos 6: 6-7

Esta palabra dirigida a los fariseos y a los maestros de la Ley, nos está diciendo que posiblemente también nosotros no estamos teniendo una comunicación con Dios en forma consciente, constante, directa y fluida por no tener el conocimiento suficiente para entender y seguir el orden y el propósito de Dios para nuestras vidas, conocimiento que no va más allá de lo que hemos querido ser enseñados en los lugares a los que asistimos irregularmente por costumbre, es decir, creemos que con tan sólo asistir y escuchar la Palabra cuando queramos, es más que suficiente, pero no es así, ya que el verdadero conocimiento de nuestra fe, además de asistir regularmente a nuestras Iglesias y congregaciones, es el de proponernos a estudiar en nuestros hogares y en compañía de otras personas, las Sagradas Escrituras del Nuevo Testamento, y meditarlas profundamente para encontrar el verdadero discernimiento en su esencia espiritual de la Palabra, discernimiento que el Espíritu Santo dará a quienes deseen ser verdaderos discípulos de Jesús.

Pero aún hay más, escuchemos:

“Les ruego, hermanos, en el nombre de Cristo Jesús, nuestro Señor, que se pongan de acuerdo y superen sus divisiones; lleguen a ser una sola cosa, con un mismo sentir y los mismos criterios”

1 Corintios 1: 10.

y continuamos:

“Todo lo que existe es de ustedes, y ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios.” “Que todos, pues, vean en nosotros a servidores de Cristo y encargados de las obras misteriosas de Dios. Siendo encargados, se les pedirá que hayan sido fieles.”

1 Corintios 3: 23, y 4: 1-2

PERO: ¿EN VERDAD, HEMOS SIDO FIELES?.

Veamos: Cuando el hombre fue separado del Paraíso, la comunicación de Dios con los hombres se dio a través de personas escogidas por él, pero a causa del libre albedrío del hombre éste siempre se mostró autosuficiente para imponer su voluntad, lo cual ocasionó que Dios produjera el diluvio universal en tiempos de Noé que casi terminó con la humanidad.

Después del diluvio, y a través de Noe, Sem, Cam, y Jafed, y sus esposas, se empezó a poblar nuevamente el pueblo de Dios, y escogió a la descendencia de Sem para que de ella saliera ese pueblo de Dios, pero a través del tiempo, el pueblo siguió viviendo en la mentira de su autosuficiencia que lo hizo volver a aplicar equivocadamente su libre albedrío e hizo que se interrumpiera la escasa comunicación que el hombre tenía con Dios.

Y siguiendo con el plan de Dios que se nos muestra por medio del Antiguo Testamento, él construyó un puente. Un puente espiritual.

Este puente que Dios construyó, fue para que los profetas y reyes por él escogidos, pudieran clamar a él a través de una ventana celestial y solicitarle lo que el pueblo necesitaba y quería, más sin embargo, este pueblo continuaba haciendo su propia voluntad despreciando las maravillas que Dios hacía en medio de él.

Fue entonces que Dios, a través de Moisés, levantó un muro alto y con escasas asideras; ese muro fue construido con lo que conocemos como la Ley de Moisés que los hizo saber y conocer del pecado, ese pecado que los había condenado; por lo que todo aquel que quisiera dejar de estar sometido a las cosas de este mundo para salvar su alma, tendría que obedecer todos los mandatos de la Ley para poder saltar al otro lado y recuperar el Reino de Dios o de lo contrario, seguir viviendo en este valle de lágrimas a la que Dios condenó al hombre por la desobediencia a su ordenanza.

Esto duró por siglos y sigue actuando en todos aquellos que se resisten a creer que Dios envió a su Hijo Único Jesucristo, con tiempos, con orden y con propósito para que el pueblo judío fuera liberado de la Ley que los condena y pudiera entrar al año de la gracia del perdón de Dios a través de Jesús llamado el Cristo.

Por eso, Dios, constituyó, a través de Nuestro Señor Jesucristo, el Camino, a la Verdad y la Vida, teniendo como guía la esencia espiritual de su Palabra otorgada a través de la meditación de ella en el Nuevo Testamento.

Así qué, volvamos a preguntarnos:

¿En verdad hemos sido fieles?

Cuando el hombre desobedeció a Dios, fue separado del Paraíso y colocado en el mundo material, y hubo escasa comunicación con Dios.

La continua desobediencia del hombre hizo que la comunicación con Dios se cortara por medio del diluvio universal
 

Dios en su infinita misericordia construyó un puente para que reyes y profetas pudieran clamarle lo que el pueblo necesitaba o quería.

Pero como la desobediencia del hombre continuaba, Dios construyó un muro alto y con escasas asideras en medio del puente, a través de la Ley de Moisés; y cualquier desobediencia a ella, les haría conocer del pecado que los condenaba a seguir viviendo en las tinieblas de la ignorancia espiritual en este mundo para no reconocer su identidad con Dios.
 

Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo Jesucristo para liberar al pueblo de Dios de la esclavitud de la Ley, y para que todo aquel, ( incluyendo a otros pueblos ), que creyera en él, fuera salvo ( librado) de la Ley y tuviera vida eterna.

Jesús dijo: Yo Soy el camino, la verdad y la vida, el que crea en mí, será salvo y tendrá vidaeterna.

Unico es Dios, único también es Jesús, único mediador entre Dios y los hombres.